sábado, 19 de abril de 2008

"EL DIA EN QUE LA VOLVI A ABRAZAR"

Llega un punto en que la tenés que tirar. No hay retorno. Por mas que la laves una y otra vez.
Norma, la mamá de Francisco, decidió deshacerse del más preciado objeto que su hijo tenía hasta ese entonces. La almohada.
Francisco amaba su almohada. De chico, durante la noche, solía dormirse abajo de la mesa del comedor, iba caminando lentamente por detrás de las sillas sin que sus padres se enteraran, pero cuando el silencio reinaba en toda la casa, Norma y su padre Ernesto simplemente se miraban e inclinaban la mirada hacia abajo de la mesa, y ahí se encontraría Fran, dormidito como un angel con su chupete en la boca y abrazando con firmeza su preciada almohada. A él no le gustaba ni ir a la calesita, ni que le compren golosinas, ni siquiera juguetes. Solamente quería estar con su amado objeto. Que feliz puede ser un niño con tan poco…
Francisco siempre se desempeñó en la casa como un niño “normal”, pero cuando llegó a los 4 años de edad, Norma lo anotó en el jardín, para que empiece a hacerse de amiguitos y aprenda a dibujar ya que estas cosas no las practicaba en su casa. A la semana de haber entrado al jardín, la maestra llama a sus padres para comunicarle la siguiente advertencia: “El niño no quiere jugar con sus compañeritos, tampoco sale a los recreos, ni siquiera se levanta para ir al baño, lo único que hace es sacar su cartuchera para agarrar un lápiz y dibujar en cualquier lado un niño y una almohada”. Norma y su marido, paralizados por la situación, discutieron la idea de llevar a su hijo a un psicólogo, pero Ernesto no era muy devoto de esta clase de profesionales ya que pensaba que era para gente loca. Lo que él no sabía era que su hijo, Fran, tenía un serio trastorno emocional.
Norma era una mujer de gran carácter, muy coqueta e inteligente, se la pasaba horas y horas trabajando para una renombrada compañía de seguros. Todo el tiempo que le dedicaba al trabajo era para que su único hijo tenga todo. Tal es así que en la casa donde habitaban era tan grande que le habían armado a Fran, una pieza especial repleta de juguetes. Esta habitación se había creado con el fin de que su hijo deje su almohada de lado, pero esto no ocurrió. No había manera de que Francisco se separara de su almohada. Su madre, ya cansada de esta situación, le obligó a una de sus empleadas domésticas que le retirara ese objeto indeseable que tantos problemas estaba creando, con la excusa de que ella le compraría una mejor y mas linda.
La empleada doméstica a la que se le encomendó la misión era Marta, una señora de unos 55 años, de muy buen trato para con los niños, extremadamente inteligente, astuta, funcionaba en todos los ámbitos caseros como planchar, lavar, cuidaba al niño y hasta podía resolver las problemáticas familiares como ninguna otra empleada, esto se debía a que hasta hace unos años atrás, era una distinguida psicóloga con un currículo espléndido e innumerables distinciones. Pero… ¿Por qué Marta dejaría de lado todos esos logros para convertirse en una empleada doméstica?
Norma, desesperada por la problemática que presentaba Fran, acudió a Marta. Esta le había respondido que ella se haría cargo de la situación.
Si bien Francisco rendía óptimamente en el colegio, a nivel social su progreso no era el que su madre hubiese deseado. En toda la escuela primaria tuvo un solo amigo, con este compartía su habitación espectacular repleta de juguetes, pero solo estaban juntos en casa propia, nunca quiso ir a dormir ni a jugar a lo de su compañerito.
Ya adentrado en la adolescencia, Marta y Francisco habían creado una afinidad tal, que Francisco exclusivamente acataba órdenes de Marta. Pasaba por alto las decisiones y/o consejos de sus padres. La empleada doméstica se encontraba en una posición estratégica genial, sabía perfectamente que sus empleadores estaban muy disgustados acerca de cómo había influido ella en la personalidad (dentro de lo social) del chico, pero por otro lado también sabían que su hijo dentro del ámbito escolar era mas que brillante. ¿Qué mejor para una familia de muy buena posición económica tener un hijo 10 en la escuela? Esto era un punto excelente a favor de la empleada.
La obra maestra de Marta se acercaba cada vez más y más a la realidad.
La fecha del cumpleaños número 16 de Francisco se aproximaba. Norma ya había ideado una gran fiesta aún sabiendo que a su hijo no le agradaba este tipo de eventos.
Un día antes del cumpleaños, Marta dejó una carta en la habitación de francisco:

Querido Fran: ya te has convertido prácticamente en un hombre, lamento en el alma tener que partir justo un día antes que cumplas años. Opté en decírtelo a través de este medio por que sé que al contarte sobre mi viaje hacia Madrid y contemplar tu mirada de insatisfacción, lloraría al verte.
Mi madre está muy mal y debo estar ahí. Surgió de improvisto, no es mi culpa que mañana no pueda estar contigo.
Por otra parte quería comentarte que lo ideal es que no vuelva nunca más. Espero que algún día entiendas que esto es lo mejor. FUISTE UN HIJO PARA MÍ.


Marta.


La puerta de la habitación del muchacho estaba cerrada con llave, Norma a los gritos pedía que abriera la puerta. Al no recibir respuesta, inmediatamente llamó a un cerrajero. La madre temía que Francisco halla cometido una locura causa del viaje de Marta. Una vez abierta la puerta, Francisco estaba tirado en el piso con una botella de una bebida alcohólica balbuceando “ustedes lo sabían y por su culpa no volverá”. Atónita por la escena, Norma recostó a su hijo en la cama y se despidió del cerrajero disculpándolo por aquella situación.
Seis horas después, Ernesto entra en la pieza para decirle que se bañara y comiera algo, y agregó en tono firme: Sin reproches. Hoy es tu cumpleaños y tu madre quiere festejarlo. No la desilusiones.
La fiesta había comenzado, Francisco no soportaba tener que andar con buena cara solo por que su madre le había hecho su fiestita de cumpleaños número 16. Cuando ya no toleraba mas andar con carita de feliz por la casa dialogando con familiares, sale al balcón y distingue una persona que lo venía saludando, no logra saber quien es y decide bajar a ver con la excusa de que iba al kiosco. La felicidad que le produjo al encontrarse con esa persona fue tal que salió corriendo a abrazarla. Si, era Marta, y venía con una caja envuelta con papel de regalo.
-¿No estabas en Madrid? ¿Que pasó con tu madre?
-no te preocupes Fran, todo esta bien. No podía faltar a tu cumple.
-pensé que no volverías mas.
-ya estas grande como para que te siga cuidando, es hora de que sigas solo.
-pero… nos llevamos re bien y…
-te traje un regalo, abrilo cuando estés solo, es lo que siempre buscaste, lo tenía guardado para cuando llegue el momento en que yo debía partir. Y este es el momento.
-no Marta, no quiero que te vayas. Aunque sea vení a la fiesta
-no, ya es tarde, debo tomar nuevamente el avión en una hora. Lo siento Fran, cuando abras tu regalo comprenderás.
Marta le dio un beso a Fran y se fue a paso veloz mientras que el muchacho se dio media vuelta y salió corriendo de vuelta hacia la casa.
Cuando entra a la casa se topa con la madre, ésta le pregunta de donde había sacado ese regalo, a lo que él responde “MARTA MAMÁ, MARTA”. Subió por las escaleras y se encerró en su habitación.
Envuelto en desesperación rompe el papel de regalo, abre la caja y se encuentra con ese objeto que tanto anhelaba volver a tener. Estalló en felicidad, su almohada, su vieja y querida almohada estaba de nuevo con él para nunca más separarse, la abrazó fuertemente y la apoyó a su lado. Todavía se encontraba otro paquete en la caja, era un revolver. De pronto entra la madre a su pieza sin pedir permiso y comienza la discusión.
-¿De que estas hablando nene? ¿Marta esta en Madrid?
-no mamá, vino a traerme la almohada, la tenía escondida para que el día en que ella tenga que partir no la tenga que extrañar tanto. Entendí todo mamá. Lo entendí.
-¡ESTOY CANSADA DE TUS LOCURAS, BASTA FRANCISCO, BASTA! DAME ESA ALMOHADA YA.
-¡NUNCA!
-DIJE QUE ME LA DES Y ME LA VAS A DAR…
Francisco abrazó fuertemente la almohada con una mano y con la otra sacó el revolver. Norma envuelta en crisis de nervios queda callada ante la cara perdida de su hijo y por el arma que sostenía con convicción.
-Dame esa arma Fran, por favor te lo pido.
-basta mamá, me cansé de todos ustedes, ya nadie me podrá separar de mi almohada.
PÚMM, la bala sale disparada e impacta en la sien de Francisco. Ya nada ni nadie los podría separar.


Moe

1 comentario:

Agostina dijo...

holaa.. aca estoy yo, amiga de cristian. Ya te hizo publicidad asi qe entre para leer tus escritos. Y me gustaron sinceramente, bueno.. no se, nos veremos algún día qizás! qe estes bien.

Agoss.. (la qe trajo a cristian semi-inconsciente la otra vez)